LOS HÁBITOS COTIDIANOS - COCINA VEGETARIANA RECETAS
EL ALMUERZO: La pausa del medio día
Nuestro cuerpo responde a unos ciclos y hacer las tomas con regularidad, aproximadamente
a las mismas horas, le favorece. Otro factor importante es el del tiempo. El
mismo que es un bien preciado y escaso, que solemos administrar con cierto egoísmo,
pero que deberíamos considerar muy atentamente cuando está relacionado con la
comida.
El acto de alimentarnos es tan interesante en sí mismo como cualquier otro.
Cuando la distracción nos acompaña
tendemos a hacer demasiadas cosas a la vez, sin estar especialmente atentos a
nada. Ya que es frecuente hacerlo
mientras miramos las noticias, leemos el diario, charlamos sin parar,
consultamos la agenda... cuando nos llevamos un bocado de cualquier manera de
pie en una cafetería o mientras nos desplazamos en nuestro vehículo. Lo
conveniente es prestarle la debida atención a esta pausa y lograr que se convierta
en eso: un momento en el que dejamos
todo para centrarnos en el acto de comer. Deslindarnos de las obligaciones
cercanas de antes y después para poder comer tranquilamente y relajados.
¿Podemos despreciar el Postre?
El Quedarnos sin postre es un clásico castigo infantil. El postre es el compendio, el premio que nos
concedemos tras haber comido. Pero no siempre se han tomado postres tras la
comida. En tiempos de más escasez era realmente un premio en días especiales, festivos o de celebración, y se incluían
muchas veces como parte de un rito en determinadas fechas.
Actualmente ningún
establecimiento se atrevería a ofrecer un menú sin postre, ya que se considera
que completa y enriquece la comida. Tras
un plato donde predominan carbohidratos, podemos tomar un puñado de frutos
secos, como nueces o almendras, o tal vez un batido de soja, si creemos que
todavía nos quedaba un vacío.
La fruta es mucho más digerible si se toma sola entre horas,
porque al contener básicamente agua y
azúcares, su tiempo de digestión es muy corto. Si de todos modos nos
apetece tomarla de postre, es mejor comerla tras un plato proteico, ya que la acidez
de la fruta es más compatible con las necesidades digestivas de este grupo de
alimentos que con otros.
Cabe mencionar que un mal postre puede desequilibrarnos el mejor
menú.
La mayoría de las veces se supone una bomba de grasas saturadas, aditivos
y azúcar, como es el que caso de algunos helados o cremas. No deberíamos tomar postre si ya nos sentimos satisfechos y saciados.
En este caso, podemos postergarlo para la merienda, cuando hayamos asimilado la
comida.
Si somos de las personas que
nos quedamos con ganas de algo dulce después de todas las comidas, una infusión
digestiva con una cucharada de miel o una bebida de cereales con un par de
galletas pueden satisfacer este deseo sin empalagarnos en exceso.