LA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE - COCINA VEGETARIANA RECETAS
La Cocina Vegetariana debe ser Consciente, ecológica y consecuente:
Por medio de la alimentación se hacen transformaciones tenues en
nuestro cuerpo. Desde siempre la
cocina ha estado relacionada a la consciencia, y en cada hogar podríamos hallar
el santuario de la diosa griega Hesta. Somos
lo que comemos y comemos de acuerdo con lo que somos. No es ninguna ridiculez
ser receptivos ante la alimentación y tomar una actitud más consciente ante el
hecho periódico de comer, liberándolo de sus aspectos más repetitivos y superfluos.
Las digestiones y la mejor asimilación de nutrientes nos lo mostrarán. Por eso,
es necesario establecer una relación con el elemento que llega a la boca y
contar siempre con el ingrediente imprescindible del amor. Definimos la alimentación consciente como la que se realiza «dándose
cuenta». Y esto sucede desde dos niveles:
- A nivel personal:
Significa darnos cuenta de lo que comemos y de cómo lo hacemos.
Comer no siempre es alimentarnos; una toma de consciencia comienza por la
observación de las propias costumbres. Tal vez nos sorprendamos si durante una
semana anotamos todos los momentos en que nos llevamos algo a la boca,
puntualizando de qué se trata, la hora, cómo nos sentimos.
El modo de sentarnos a comer influye en nuestra alimentación
energética. Si nos relajamos durante un momento, podremos preparar mejor
nuestro cuerpo para recibir los alimentos. Por tanto, es preferible no comer si
estamos tensos, preocupados o hay tensión en nuestro entorno porque
absorberíamos esa energía junto con los alimentos. Se trata de reservar un
tiempo y un espacio para dedicarle a la comida el rato y el ambiente que se
merece, ya sea a solas o en buena compañía. Respirar profundamente antes de empezar, relajar los músculos, observar
los alimentos, su color, su tersura, su aroma, y gozarlos, masticándolos bien,
sintiendo todo su sabor, disfrutando de sus jugos... Así se come
plenamente, al invertir todo el tiempo necesario para ello y comer sólo aquello
que es necesario. Establecemos un vínculo entre esos «objetos» que nos han de
nutrir y nosotros mismos, puesto que a continuación nos hemos de aunar.
La alimentación consciente es un
«desiderátum», un objetivo hacia el que se tiende y no un modo concreto de
comer. No se trata tan sólo de satisfacer la necesidad puntual de comer sino de
ir más allá. Podemos atender a nuestra dieta con mayor reflexión y racionamiento
y sustituir prácticas desaconsejables por otros más beneficiosos para la salud,
la estética, la economía y la persona en su generalidad.
- A nivel global:
Significa darnos cuenta de que «comemos», es decir, que tenemos
alimentos para comer, lo cual no es cotidiano para muchos millones de personas.
La alimentación consciente adquiere
dimensiones ecológicas porque propaga unas formas de cultivo biológicas, que
defienden a los pequeños agricultores, fomentan la diversidad de las especies,
respetan el medio ambiente y gestionan racionalmente el recurso del agua. Y solidarias, desde el momento en que
sustituye la utilización de amplias zonas de cultivo de legumbres y cereales de
forraje para hacer una utilización orientada directamente al consumo humano.
El coste de la producción
ganadera masiva supone un uso ineficaz de la tierra y del agua, que es un
recurso cada vez más contaminado y escaso. Existe también el problema de la
enorme polución de las heces de los animales, que contaminan los ríos y
provocan brotes de enfermedades. Por otro lado, la agricultura extensiva del
forraje está en el origen de la destrucción incesante de los bosques y, a su
vez, en la desaparición de formas de vida y culturas indígenas, así como en la
extinción de numerosas especies animales.
Estos son los motivos principales que
justifican el giro hacia una alimentación más consciente, es decir, aquélla que
procura regirse por parámetros solidarios, entre los cuales también entraría un
intento de equilibrio entre los saciados y los hambrientos. Esto implica una actitud que abarca desde
no saturarnos más allá de las propias necesidades, hasta un mejor uso de las
posibilidades cotidianas y de los ingredientes. También la tendencia hacia una
forma de alimentarnos que no despilfarre los recursos del planeta, ni genere
explotación de otros pueblos. La participación activa en la medida de lo
posible en el proceso de generación de los elementos nutrientes se orienta en
este sentido.